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El retorno de Automatics

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No traemos noticias frescas. Si andas un poco con el ojo avizor, ya sabrás que a finales de septiembre de 2013 se lanzó “1991-2001” y que a consecuencia de ello -o quizá ya estaba premeditado, no lo sabemos-, la banda jienense se ha vuelto a juntar y va a pasearse por buena parte de los festivales veraniegos del país. Si eres de los viejunos, es imposible que el nombre de Automatics te resulte ajeno. Si en tu puñetera vida oíste hablar de ellos, es momento para que los descubras y sepas que un días fueron alguien importante en el indie español.

Autmatics, ayer.

Automatics, ayer.

Sonorama, FIB, Contempopranea (además dedicándoles su habitual homenaje temático del festival), ya les han confirmado entre sus filas, y seguro que cae alguno más. No es para menos. La rentreé de la banda de Linares lo merece. Y el caso es que sigue habiendo un halo a su alrededor de banda maldita. Fueron vanguardia en aquellos años de cambio en el pop y el rock español, aquella época en que se enterraba la Movida y surgían nuevos valores y nuevos paisajes. En un principio sonaban como todos, inocentes, más por culpa de humildes producciones que por el talento propiamente dicho que podían tener. Y sin embargo despuntaron desde el minuto uno, desde aquel Drive Wheel EP del año 93, y desde aquella maqueta que se encaramó a lo más alto en los programas especializados de R3.

Pese a que, lo evidente por el trabajo de estudio, más las demostraciones de calidad en directo, pronto recabaron la atención de la crítica y un nutrido grupo de crecientes fieles, Automatics nunca llegaron a gozar de la apasionada militancia que generaron colegas de aquellos años como Los Planetas, ni de éxitos inmediatos como los que marcaron la trayectoria de Australian Blonde, por ejemplo. Y sin embargo el reconocimiento nunca cesó, especialmente cuando muchos se deslumbraron ante la aparición del LP Cesárea (1994) y la fama de su directo iba creciendo, en especial con la irrupción del Festival -por entonces- Independiente de Benicassim en 1995, y eventos subsiguientes, hasta alcanzar el hito de ser seleccionados para el prestigioso Adrenalin Village organizado en Londres por la MTV (1997) -con Space Rock Melodies, su segundo disco, en vigor, o el Eurockeenes del 98. Pero el éxito masivo, ni en conjunto, ni de forma puntual llegaba.

Pero erre que erre, una vez más, los fieles y la crítica los seguían respaldando. En 1999, con Duty, su tercer largo en la mochila, serían elegidos como mejor concierto nacional del FIB, y aún se auguraba que el gran momento de Automatics estaba por venir. Y sin embargo, tras un par de años con algún que otro prometedor single, en verano de 2001, sellaron la disolución de la banda. Lo mismo es una percepción personal, porque precisamente a mí no se me han olvidado, pero desde entonces, la sensación es que parece que Automatics no hubieran existido para la gente, cosa que parece contradecirse al ver la terciada algarabía con que en algunos círculos se está celebrando su retorno.

Hoy día, echando la vista atrás, y al margen de la obvia calidad de Automatics, uno cree que tuvieron la genial habilidad de tocar ciertas fibras que estaban muy pero que muy sensibles en aquel tiempo. Una buena parte de la crítica, y del respetable del mundillo indie, bebía los vientos por cosas del pasado reciente que se habían hecho carne bajo el nombre de The Jesus & Mary Chain, The Stone Roses, o Ride. Todos tenían un par de elementos comunes: haber fascinado a la gente, y haber tenido una carrera, por entonces, o bien corta, o bien irregular en relación a los trabajos iniciales “iluminadores”. Lógico por tanto, que las alabanzas se volcasen con un grupo de muchachos de Linares que tenían el coraje de recoger el testigo de semejantes nombres y sus consecuencias, y hacerlo con brillantez, con personalidad, con calidad, y una gran puesta de largo en el escenario.

Automatics, hoy.

Automatics, hoy.

Aquellos chavales que vestían como todo indie de la época, con sus vaqueros, sus pelos de británico pasota, sus camisetas de colores y rayas, han vuelto, y de entre todos los que se han hecho eco, al margen del lujazo del Contempopranea, el anuncio de que estén en el FIB es importante. Fundamentalmente porque el hecho de haberse fijado en una banda española tan importante en su tiempo, tan representativa de una época, hace honor a la cacareada 20 edición de un festival que antes era Independiente y ahora es Internacional. Una decisión que es significativa y esencial en lo que debiera ser el espíritu de esta edición que se está fraguando, pero que de momento, y salvo el anuncio casi de soslayo de James, Manic Street Preachers o el sempiterno Paul Weller, no parece que esté tomando esta filosofía como guía básica, olvidando -o no pudiendo, no lo sabemos-, juntar a los grandes nombres que han sido historia y sangre del festival más importante que hemos tenido, además de la presencia que debieran tener los primeros espadas del momento. Mientras tanto seguimos esperando que en la próxima tanda de anuncios óptimos para guiris adolescentes, se cuele algún otro nombre que emocione a los que hemos dejado buena paimagerte del pellejo en Benicassim. Sea como fuere, a Automatics no me los pienso perder.

PD: Mientras escribía estas líneas encuentro por casa el mítico mini-LP editado por los valencianos Mysterious Sentridoh Records en 1995, homenaje  a The Jesus & Mary Chain, con Los Hermanos Dalton, El Inquilino Comunista, Erospóly, Honey Langstrumpf y, por supuesto, Atomatics haciendo el Sidewalking. Casi nada. ¿Alguien tiene por ahí el dedicado a Joy Division?…

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